Después de
casi un año sin postear nada y de haber podido juntar un par de kilómetros más
en mis suelas, ya de regreso en casa, recordando todo lo vivido, me dije a mi
misma: Por qué no volver a escribir??? Y esta vez el tema en cuestión es algo
que, así como la comida, nos permite tele transportarnos a los lugares y nos
dice tanto de un destino como los sabores en el paladar. Creo que no es
necesario aclarar que estoy hablando de la música. Hay lugares que tienen fama
musical, otros no tanto, pero en todos vamos a encontrar inigualables melodías
que los van a diferenciar del resto y que van a quedar grabadas en nuestro
recuerdo para reproducirlas tanto como nosotros queramos.
Muchas
veces, ese recuerdo musical es simplemente una canción ¨de moda¨ que suena
mucho durante un viaje, ya sea en una disco, en un bar o simplemente en la
radio y que al regresar, cada vez que le toca el turno en la radio local, nos
hace volver al sitio donde la escuchamos por primera vez.
Otras veces
son shows en vivo que pudimos disfrutar, recitales en la playa, bandas en un
bar, pero sea como sea, van a volver a nuestra memoria inagotables veces para
sacarnos una sonrisa.
Hoy
particularmente quiero contarles mi experiencia musical en uno de los países
donde la gente prácticamente respira música. Si les digo Gaita, Bodhrán, Guitarra,
Arpa, Flauta… pueden adivinar??? Bueno para los que aún siguen con la duda… Irlanda!!!
Sí, esa maravillosa isla verde que para contrarrestar las dificultades de su
clima, me regaló inolvidables momentos vividos para acordarme de ella con alegría.
Ahora bien, quizás lo primero que pensaron algunos cuando dije Irlanda fue U2!!
Y sí, es una de las grandes bandas irlandesas con fama mundial y una de mis
preferidas, pero en este caso ellos me regalaron recuerdos en otros lugares y
fueron desconocidos intérpretes los se ganaron un lugar en mi corazón y mi alma
en esta ocasión.
La ciudad
de Cork fue la gran anfitriona y sus bares y pubs quienes nos acogieron en sus
noches lluviosas. En esos escenarios fue que descubrí la música denominada tradicional
folk y sus live sessions, es decir la música tradicional irlandesa y lo que
ellos llaman las sesiones en vivo, en donde la particularidad es que los
músicos llegan al lugar cada uno por su cuenta con sus instrumentos y se juntan
para interpretar improvisadamente algunas piezas, la mayoría de las veces solo
a cambio de unas pintas (unas cuantas!!!). Pero no puedo dejar de decir que fue
Claudia, mi amiga venezolana, quien me mostró esta cara de la ciudad y quien me
llevó por primera vez al que luego se convertiría en mi pub favorito en el
mundo, el Sin E. Nosotros queríamos ir a un ¨típico¨ bar irlandés, dado que
siendo uno de sus productos de exportación, no podíamos estar viviendo ahí y no
ir. Y si bien en Irlanda hay dos bares por cuadra, la mayoría eran iguales a los que uno puede
encontrar en cualquier ciudad del mundo occidental. Así fue que aprendimos la primera lección: una
cosa es un BAR y otra muy distinta es un PUB. Y lo que buscábamos nosotros era
un PUB. Aclarado esto, Claudia un día nos dijo vamos al Sin E y ahí fuimos. La
entrada no decía nada, puertas y ventanas pintadas de negro, los vidrios
tapados con diarios o fotos impidiendo ver el interior y un mínimo cartelito
que nos indicaba que estábamos en el lugar correcto. Sin embargo al abrir la
puerta sentí que estaba entrando en una película y yo era la protagonista. Lo
primero que percibí fue el particular aroma de los pubs irlandeses. Todavía no
puedo descifrar bien que es, pero supongo que es la madera mezclada con la
cerveza que cae en pisos y mesas, la cantidad de gente y que antiguamente se
fumaba en el interior lo que les da ese particular aroma. A esto se le sumaba
un grupo de músicos tocando fervorosamente en un rincón y gente bailando
alrededor. Luego vi la pequeña barra atiborrada de personas pidiendo sus pintas
y cuando pudimos acomodarnos empecé a observar los detalles de este increíble
lugar. La iluminación eran botellas con velas dispuestas en las pequeñas mesas,
las paredes estaban repletas de antiguas fotos, posters, banderines, banderas y
tantas otras cosas imposibles de descifrar y del techo colgaban otras tantas.
Todo dispuesto sin intención alguna, o al menos eso parecía, y lo cual formaba
una atmósfera cálida y agradable que invitaba a quedarse hasta que las velas se
apaguen. Así fue mi primera experiencia en un irish pub. Luego pudimos ir a
otros pero éste se quedó con mi corazón, como el primer amor.
Y para terminar
les digo, que si de música se trata, los invito a todos a conocer la hermosa
Isla lluviosa, porque como me dijo alguien alguna vez, en Irlanda vas a encontrar buena música donde vayas y
así fue!! En la calle, en los bares, en los pubs, EVERYWHERE!!!!!